Al 2016, mil millones de personas no tenían acceso a electricidad; y 2 mil millones no tenían combustibles limpios para cocinar o calentarse. Se dice que vivimos una revolución de energía limpia, que podría voltear esas cifras. Los datos indican que, más bien, pasamos por una crisis de energía limpia.
La electricidad hecha con energía limpia sí ha incrementado en los últimos 20 años. Pero estas fuentes también han disminuido del 36 al 31 %, porque el uso de combustibles fósiles no deja de crecer. La Administración de Información Energética de Estados Unidos estima que las emisiones de dióxido de carbono (Co2) continuarán su aumento en los próximos 30 años.
Esto es porque varios países en desarrollo todavía dependen de los combustibles fósiles para impulsar su crecimiento. Se estima que, al 2040, se construyan entre 800 y 1,600 plantas de carbón. Para esas fechas se habrían emitido 850 gigatones (1 gigatón equivale a un millón de toneladas) de carbono a la atmósfera.
Eso incrementaría la temperatura del planeta entre 2 y 4°, acidificaría los océanos y aumentaría el nivel del mar. Entonces, las industrias solar y eólica no son suficientes para marcar la diferencia; pero una solución que deberíamos recordar es la energía nuclear.
Combinadas, las energías solar y eólica sólo conforman la mitad de la disminución de Co2 que podría ofrecer la energía nuclear. ¿Por qué? Las dos primeras opciones sólo funcionan de 0 a 20 % del tiempo. Cuando el sol no brilla ni hay vientos, todavía se necesita energía para abastecer la demanda, que proviene del carbono.
La energía nuclear depende mucho menos del carbono que cualquier otra fuente alternativa (incluyendo la solar), y es más económica. Además, en un año puede aportar electricidad 92 % del tiempo.
Intentos fallidos
El problema de su implementación está en el contexto histórico: la seguridad de las plantas por desastres como Chernóbil o Fukushima; y su potencial uso como armas bélicas, como en el caso de Japón.
Es comprensible. Por eso, diversos ingenieros y emprendedores buscan soluciones tecnológicas, como el desarrollo de reactores económicos, capaces de procesar basura para crear fisión nuclear, y que no fallen.
Una opción que está siendo retomada son los reactores de torio. La idea es crear combustible de reactor más limpio, a base de torio, eliminando los metales nobles del elemento para evitar su trasmutación a uranio. Después se busca construir reactores de sal fundida de torio, resistentes a la corrosión y las altas temperaturas para reducir los costos de la energía nuclear.
Estos reactores son más seguros que los reactores actuales más avanzados. Tienen diseños más sencillos, por lo que son rápidos de construir, y más baratos. También genera sólo una fracción de residuos, en comparación con los reactores tradicionales, y eso facilita el manejo de esta basura nuclear.
Los reactores de sal fundida de torio pueden funcionar 24 horas al día. El abastecimiento de combustible se puede hacer de forma continua y cerrarlo sólo sería necesario para realizar mantenimientos periódicos, en intervalos anuales.
Todavía debemos trabajar mucho terreno para aceptar la economía nuclear como una solución de sustentabilidad, que puede impulsar otras industrias del reciclaje. Pero son estas ideas las que nos dejarán crear emisiones negativas de dióxido de carbono: que el Co2 sea eliminado de la atmósfera y regrese a la superficie terrestre o al mar (para contrarrestar su acidificación).
Estas son las innovaciones que buscamos en Mexpo. Desde 1983 somos el mayor fabricante de maquinaria pesada genuina en México para la industria del reciclaje. También nos dedicamos a la investigación y el desarrollo de ingeniería y manufactura moderna.
Cambiemos el chip. Unámonos a su conservación, siendo conscientes y desarrollando talentos.
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