Cada año, el planeta consume casi 20 kilos de pescado por habitante. La mitad de ese consumo proviene de la acuicultura: el cultivo de peces en espacios controlados, para facilitar su consumo en el mercado.
Está creciendo porque el consumo de pescado incrementa en un ritmo anual del 3.2 %. Claro que el mercado no puede mantener esa demanda con la pesca, sin mermar los ecosistemas naturales.
Panorama
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, en inglés) estima que, antes del 2030, más del 65 % de los alimentos acuáticos procederán de la acuicultura. Por tanto, es el medio más eficaz y sostenible para generar suficientes alimentos a la creciente población mundial.
En México, la acuicultura es una industria con gran potencial de desarrollo. Todo el país tiene un clima muy adecuado para cultivar especies de pescado comerciales como atún, mojarra, carpa, trucha, bagre, charal o lobina; y también camarón, ostión y langostino.
Aparte, hay 11 mil 592 kilómetros de costa –73 % en el Pacífico; 27 % en el golf, las islas nacionales y el Caribe –, 12 mil 500 km2 de lagunas costeras y 6,500 km² de aguas interiores (lagos, lagunas, represas y ríos) ideales para desarrollar esta industria.
Eso sí, para empezar necesitamos crear técnica, capacitaciones sobre cría y siembra, vigilancia y manejo del sistema. Aparte, la acuicultura no está exenta de impactos directos sobre los ecosistemas donde se realiza: abuso de recursos, sobre-explotación, falta de cultura ambiental, etcétera.
Sostenibilidad
Las empresas interactúan con el medio ambiente en sus procesos de producción, distribución y comercialización. Cada parte requiere materias primas del ecosistema, y genera residuos contaminantes que dañan la tierra, el aire y el agua.
La construcción de grandes parques acuícolas necesita grandes cantidades de agua; eso puede impactar a ríos, lagos, presas, lagunas costeras y marismas; y afectar a los organismos que ahí viven por contaminantes, cuando se realiza la eutrofización – el enriquecimiento en nutrientes de un ecosistema.
En la acuicultura del Mediterráneo, los peces y crustáceos son alimentados con dietas que contienen muchas proteínas y aceites… que vienen de harina y aceite de pescado salvaje): producen peces, a partir de otros peces.
Otro problema importante es la limpieza en los estanques: los peces cultivados tienen que nadar constantemente en el agua donde también desechan sus heces. Eso crea pésimas condiciones de cuidado, y promueve la generación de infecciones.
Por fortuna, estas cuestiones ya se están atendiendo: algunas granjas de acuicultura ya utilizan proteínas y ácidos vegetales para alimentar a los peces. Por otro lado, el daño de los desechos puede minimizarse si las instalaciones cuentan con la profundidad y corriente adecuada para filtrar las heces.
Aparte, algunos grandes beneficios de esta industria están en sus estándares de cultivo. Por ejemplo, los peces criados por la acuicultura no presentan los parásitos que pueden encontrarse en las poblaciones silvestres.
También existen controles muy estrictos para criar, engordar y procesar a los pescados, para mejorar su calidad sanitaria, alimenticia y ambiental.
Hoy en día, la acuicultura se considera como una fuente muy importante en la producción de alimentos, comparada sólo con la agricultura y ganadería. Estas son las innovaciones que buscamos en Mexpo. Desde 1983 somos el mayor fabricante de maquinaria pesada genuina en México para la industria del reciclaje. También nos dedicamos a la investigación y el desarrollo de ingeniería y manufactura moderna.
Cambiemos el chip. Unámonos a su conservación, siendo conscientes y desarrollando talentos.
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