Hace unos meses, el grupo británico John Lewis Partnership anunció que su flota de transporte incluiría vehículos impulsados por biometano. La meta es reducir más del 80 % de sus emisiones de dióxido de carbono (Co2), y ahorrar más de 49 mil toneladas de Co2 por año.
¿Qué es el biometano?
El biometano de gas natural comprimido (GNC) puede ser hasta 30 o 40 % más económico que el diésel, y reducir las emisiones de Co2 hasta en 85 %. Se deriva de la refinación y purificación del biogás, que concentra el metano CH4. Y a pesar de ser el biocombustible menos popular, es el más limpio de todos.
Si se controla y canaliza, el biometano es una excelente fuente de calor para los hogares; incluso, puede reemplazar al gas natural y reducir los efectos de su extracción subterránea. Y tal como lo demuestra John Lewis Partnership, es un excelente combustible alterno para los automóviles.
¿Cómo podemos obtenerlo? Sencillo, está en tu baño. El biometano es producto de los desechos orgánicos. Ya sabes cuáles… estiércol, o los desechos de las plantas. La clave es aprovechar esa parte de la economía circular.
Uso actual y futuro
Actualmente, hay 15 países europeos que producen biometano. Lo inyectan a sus redes de gas natural para generar electricidad y calor. Hablando de combustibles, el biometano de Suecia superó 57 % de su participación en el mercado desde 2012, y en Alemania creció del 6 al 15 %.
En México los residuos orgánicos (y la biomasa en general) tienen un importante potencial de generación de biogás para la producción de energía eléctrica, para uso vehicular o su inyección a una red de gas natural como biometano.
La capacidad instalada de biocombustibles fue de 1.2 % en 2016, y la participación de bioenergía en la matriz de generación eléctrica fue de 0.46 %.
Ese mismo año se registraron 75 plantas de bioenergía en el país.
El biometano es un combustible comercialmente viable, con la condición de que esté exento de impuestos y/o se le garanticen otros incentivos fiscales: puede apoyarse en las infraestructuras existentes para el gas natural, la tecnología para su depuración está madura y ha sido probada.
El biometano contribuye a los objetivos climáticos europeos, reduciendo las emisiones de Co2. También genera más empleos verdes en zonas agrícolas, y es un combustible más eficiente que los fósiles.
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