Frente a las facilidades que dan las tiendas para obtener nuevas televisiones y aparatos electrónicos, no se conoce el destino de más de 1.2 millones de toneladas de residuos electrónicos; cifra que nos convierte en el segundo generador de este tipo de desechos en Latinoamérica, después de Brasil.
Los residuos de aparatos eléctricos y electrónicos, también conocidos como RAEE, son el grupo de mayor crecimiento en el mundo en los últimos años. Como referencia, compartimos las siguientes estadísticas:
En nuestro país menos del 5% logra ser reciclado.
Información de la más reciente E-Scrap Conference, un encuentro de especialistas en la industria del reciclaje electrónico, los niños de cinco a quince años de edad generan hoy la misma cantidad de desechos electrónicos que una persona que actualmente tiene sesenta años.
Datos de la SEMARNAT estiman que el 75% de estos residuos en nuestro país se encuentran almacenados al interior de casas y oficinas porque la gente simplemente no sabe cómo deshacerse de ellos.
La primera opción, la más sencilla para mucha gente es entregarlos a los chatarreros y pepenadores. Cuando el aparato no tiene arreglo, hacen una separación rustica de materiales para tratar de venderlos a los pequeños y medianos centros de acopio que adquieren todo tipo de basura comercializable, pero generalmente los restos son abandonados en terrenos baldíos o enterrados y quemados de manera clandestina.
La falta de información por parte de los fabricantes y las autoridades gubernamentales no incrementa la cultura del reciclaje en este tipo de desechos. “Muchas personas en el país no saben qué hacer con este tipo de residuos, no saben que se pueden reciclar. Se sigue pensando que la única opción es mezclarlos con la basura normal o venderlos a los que van tocando de casa en casa”, comenta el Ingeniero Álvaro Núñez, director de la empresa Recicla Electrónicos México (REMSA).
El problema principal de entregarlos de esta forma es que después de que son extraídas las piezas de utilidad, los elementos sobrantes son abandonados en terrenos baldíos o en depósitos no aptos para su manejo especial, donde las sustancias peligrosas que contienen acaban contaminando rápidamente los mantos freáticos.
Las paradojas de la tecnología han logrado que materiales pensados para salvaguardar la vida del consumidor, como plásticos que retardan el fuego o metales como el óxido de plomo incorporado en cristales para evitar que los rayos emitidos por un monitor sean dañinos, se han convertido en materiales altamente contaminantes.
Según datos del Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC), existen dos grupos de sustancias tóxicas que pueden afectar la salud y el medio ambiente al concluir la vida útil desechos electrónicos: los compuestos orgánicos policromados, conocidos también como retardadores de flama bromados (BFR), y los metales pesados, como cadmio, cromo hexavalente, mercurio y plomo, entre otros.
El que una empresa formal de reciclaje reciba el producto también garantiza que se logre recuperar mayor cantidad de materia prima y los tóxicos del producto sean eliminados de manera adecuada, pero esto también requiere asumir los costos, de todo tipo, que se necesitan para generar la cultura del reciclaje.
En Mexpo estamos seguros que el cambio se genera desde diversos ámbitos y en el nuestro el compromiso va al 100%. La variedad en nuestra línea de prensas compactadoras nos permite configurar y personalizar cada equipo o sistema para cada necesidad particular. Cada una está diseñada específicamente para la reducción de distintos materiales, en distintas capacidades y con distintos sistemas de operación. Nos gusta superar las expectativas de nuestros clientes y saber que la competitividad va de la mano con soluciones de largo plazo.
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